Thursday, September 19, 2019

El Problem de la Comunicacion y Sus Relaciones con el Lenguaje :: Spanish Essays

El Problem de la Comunicacion y Sus Relaciones con el Lenguaje "La palabra—el habla—es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensantes y los poetas son los vigilantes de esta morada".—"Carta sobre el humanismo" M. Heidegger (1) "Las palabras son de todos" Eugenio Montale (2) RESUMEN: Advià ©rtase que no es caprichosa la eleccià ³n de los acà ¡pites que guiarà ¡n el presente trabajo. Ambos, expresan un sentido de verdad respecto de sus propias disciplinas: la filosofà ­a y la poesà ­a, materias singularmente destacadas por M. Heidegger en cuanto a la custodia del instrumento mà ¡s valioso en poder el hombre. Instrumento, herramienta, morada, condensados en la palabra humana que, a su vez, es propiedad de todos segà ºn Montale. La brevedad de las pà ¡ginas que seguirà ¡n intentarà ¡n enforcar los problemas de la comunicacià ³n desde el lenguaje, la filosofà ­a y la literatura, no sà ³lo como hilo conductor para desarrollar el tema, sino como tributo que se rinde a quienes pasaron su vida inmersos en tales problemas, dedicados a resolverlos y a ahorrar al resto de la humanidad las consecuencias à ­ntimas y externas de ese debatirse. Paul Valery nos advirtià ³ que dos abismos no cesan de amenazar al hombre: el orden y el desorden. En la prolongada lucha por alcanzar un digno medio entre ambas catà ¡strofes, la comunicacià ³n—como vehà ­culo universal de intercambio entre los habitantes de nuestro planeta— juega un papel de fundamental importancia: la de poner la casa en orden, por lo menos relativo, para que esa morada sea habitada, Vivida, con decoro. Lamentablemente, prolongados perà ­odos histà ³ricos, se caracterizan por ignorar la sabia advertencia de Heidegger en cuanto a los custodios del habla (poetas y pensadores) quienes no sà ³lo son ignorados sino sencilla y fatalmente barridos de la faz de la tierra o silenciados de modo drà ¡stico para que la comunicacià ³n humana no adquiera sino una babà ©lica confusià ³n proclive a envolver en ella a los hombres y sus conductas. Ordenar la morada heideggeriana sin descuidar su calidez, sin abandonar una à ©tica que partiendo de la palabra misma se continà ºe en los actos, implica un ciclà ³peo trabajo que deberà ¡ asumirse hasta el fin de los tiempos, pues el hombre finito aspira a la infinitud de cierta perfeccià ³n diacrà ³nica. Si el hombre mora en el habla y las palabras son de todos, ello requerirà ¡ no una seleccià ³n, no una plà ©yade de pensadores y poetas, sino toda una humanidad capaz de superar sus propios peligros y de comunicarse en cà ³digos limpios y fà ¡cilmente interpretables.

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